APRENDER A MAQUILLARSE, UN DILEMA EXISTENCIAL

APRENDER A MAQUILLARSE, UN DILEMA EXISTENCIAL

Había cumplido 18 años y cursaba la carrera de Modelaje Profesional. Habíamos tenido nuestras primeras clases de maquillaje y quedé fascinada. Me miraba al espejo y conocía mi tipo de rostro, las cejas adecuadas, los colores que me potenciaban, las cremas que debía utilizar y las técnicas para aplicar a cada zona, me sentí una experta. Había adquirido todo el conocimiento. Al principio, no lo niego, me miraba y no veía lo que esperaba, solo con el transcurrir de los días y semanas logré mi primer delineado y limpiar mis cejas en la forma correcta. Aprender todo esto, me dio mucha seguridad.

Era súper joven, no tenía hermanas y lo único que deseaba era practicar. Fue mi prima la primera que senté en mi sala y comencé a preparar para, según yo, cambiarle la vida. Había practicado tanto en mi, que estaba segura que podía comerme el mundo con el maquillaje y sus conocimientos. Luego, solo la recuerdo mirándose al espejo y diciéndome con voz risueña «parezco mimo”. Me había emocionado tanto que nunca tomé en cuenta la luz del lugar, el color de la base, las cejas no se veían naturales, entre otros detalles más, los cuales saltaron apenas acabé esa inexperta sesión. Aún hoy recuerdo aquellas risas que soltamos después de más de tres horas de aprendiz de maquillaje.

Ejercí muy poco tiempo como modelo, pero logré hacer algunas cosas y maquillarme como se debía. A los 20 años, mi deseo de ser madre pudo más y dejé todo lo que por un momento pensé sería mi futuro. Hoy estoy tan segura que no lo era, porque me encontraba en una época de tanta inseguridad hacia mi misma, simplemente no era el momento.
A los 21 años retomé el baile que había dejado al salir del colegio. Me presenté, me eligieron y comencé. Mi maquillaje, se fue haciendo mucho más perfeccionista y me encantaba ayudar a otras chicas, que lo requirieran. Así duré muchos años, maquillando para puestas en escena y luces.
Cuando dejé el baile, después de mis cuatro hijos, un negocio frustrado, trabajar en negocios diferentes, decidí hacer una carrera que cerraba todo lo que había buscado durante años: Asesor de Imagen. Allí también nos dieron clases de automaquillaje, pero eso ya lo sabía de memoria. Cuando terminó mi carrera y comienzo con MGC es que decido especializarme como Maquilladora Profesional, y ha sido la decisión más acertada, porque ambas carreras se han complementado muy bien y puedo tener más herramientas para mi trabajo final con cada persona que busca mis servicios.
El maquillaje ha sido un viaje largo para mi y sé muy bien por todo este tiempo que nunca se termina de aprender, se van innovando técnicas, perfeccionando productos, se marcan tendencias. Lo que siempre queda y se repite será aquello que dejas cuando lo haces, tu huella. Todos los que nos dedicamos a esto, tenemos técnicas a por doquier, lo importante siempre será, que encuentres las personas que les guste tu estilo al maquillar y con las que tú puedes plasmar tu trabajo.
Mientras lo que hagas lo hagas con pasión, todo será recompensado y se acomodará para que llegues a lo que te has venido preparando durante todo este tiempo.

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