Desde que deje de hablarte

Desde que deje de hablarte

Hola mamá, he decidido escribirte aquí, porque ya no hay un número de teléfono donde pueda mandarte un audio, un texto gigante o llamarte para charlar un rato o quizás un largo tiempo.

Esa parte siempre fue impredecible contigo.

Te he soñado muy poco. Me gustaría hacerlo continuamente, así podríamos pasar un tiempo más juntas y charlar como hacíamos, pero ni siquiera allí me apareces. Es como andar pisando siempre la realidad, que muchas veces no quiero sentir. La que te trae en recuerdo soy yo, cada día al abrir los ojos.

Pero también recuerdo que no puedo llamarte.

Pensándolo detenidamente, no hablábamos nada importante, lo principal era reírnos de nosotras mismas, molestarte para escuchar tus frases icónicas y no dejar que aquellos fantasmas eternos que nos perseguían, participen de nuestros momentos gratos de conversación. 

Como me gustaba molestarte.

Hace muchos años deje de compartir contigo momentos duros que había pasado, por mi falta de autoindagación y autoconocimiento, por no saber llevar mi vida adulta de mejor manera, por mi falta de madurez emocional. Aportar con algo a tu tranquilidad era lo único que quería para ti. Deje de decirte, porque te preocupabas mucho y yo sabía que tarde o temprano saldría de ese momento. No dejaste de ser mi confidente, deje de darte mas carga del que ya habías llevado por largo tiempo. Nunca fue suficiente, tenías que vivir preocupada eternamente. 

Así eras tú.

Te llamaba para olvidarme por un buen rato donde estaba y quien era. Muchas veces no comprendía tu desprendimiento, otras tu resentimiento tan único, tu falta de malicia, aquella risa loca que he heredado de ti o ese afán por ser la víctima eterna, y es que muchas veces olvidaba que también eras una niña herida, alguien que no aprendió a crecer en amor propio y seguridad emocional. De todo, tus mensajes escritos o de voz son los que me acompañan.

Aún no borro nuestros mensajes.

Borrarlos no hará que deje de pensar en ti, escucharlos tampoco. Solo saber que conservo algunas cosas, como tus mensajes de voz, me llena el corazón de alegría. El día que abra ese chat volveré a reír, llorar y molestarme también, solo para volver a vivir todo aquello que viví contigo.

Desde que deje de hablarte.

Solo el tiempo se vuelve aquel amigo fiel que esta contigo para llenarte de sabiduría y así poder continuar.

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