VIAJAR, PLACER DE LOS CIELOS

VIAJAR, PLACER DE LOS CIELOS

Espero llegar ver a mi hija, que es la última de todos y todas, logrando sus sueños, para poder empezar mi recorrido por el mundo. Ir a aquellos lugares que no haya logrado estar, regresar a algunos otros que dejaron huella en mí. Investigar sitios tan diferentes que dejen una curiosidad continua. Deseo hacer viajes largos, cortos, lejanos, cerca, todo lo que sea posible de hacer y llenarme de esa satisfacción que te dan los viajes: Un rumbo nuevo, aventuras desconocidas, enseñanzas únicas y sobre todo el recuerdo en el corazón.
Esta semana estoy por salir a un viaje totalmente familiar, un viaje que durará tres semanas. Vamos a celebrar los 90 años de la madre de mi esposo. Es uno de esos viajes que no querrás que se acabe nunca. Ella, Guislou, madre de 5 hijos, una mujer inteligente, culta y mucho más que encantadora, fue una de las pocas personas, que me abrió los brazos de par en par. La madre de mi actual esposo, me enseñó lo que es ser un humano con real bondad y empatía. Nunca olvidaré el día que la conocí y como se desvivió por hacerme sentir parte “de”. Jamás, jamás lo olvidaré. Ella es una de las personas que agradezco con el alma haber conocido.
Al preparar maleta para cuatro, voy pensando en cada detalle para el clima que nos espera, cada medicina para los pequeños, cada necesidad del de dieciocho, y voy pensando en como quiero estar cada día por los lugares que recorreremos juntos, porque alborotada estaré, pero siempre súper bien puesta. Allá, llegaran directamente los dos mayores, uno desde Canadá y otro desde EEUU. Serán momentos únicos que llevaré conmigo hasta el fin de mis días. He contado las horas para poder llegar a la partida del avión, aquí en Lima y volver a estar todos juntos, nuevamente.
Regresaremos a Lima, los mismos que partimos mi esposo, los dos niños y mi recién adulto. Mis dos grandes regresarán en el camino, no culminarán las tres semanas con nosotros,  cada uno retomará el rumbo elegido y volveremos a contar las horas, los días, los meses para volver a reunirnos.
Cuando viajo me lleno de un mundo nuevo, situaciones diferentes, la vida misma se vuelve más llevadera y todo es más liviano, todo es más simple, más concreto. Cuando viajo contemplo los días suavemente y cada detalle queda en el alma, grabado como en una roca y es algo, deseas, no acabe nunca.
He conocido personas que no han viajado en edad adulta avanzada. Espero de corazón, si tienes la oportunidad de viajar, no la desperdicies, un viaje siempre traerá consigo una experiencia única, que jamás podrás olvidar. Mi primer viaje fue a los 20 años y realmente hubiera deseado hacerlo desde niña, por ello inculco en mi familia el amor por los viajes. Deseo de corazón que ellos llenen su alma con cada vivencia adquirida.

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