LA VIDA, UNA GRAN MAESTRA
Cuántas veces sentí que estaba cayendo una y otra vez, como cuando dicen o te dices: “y tropecé de nuevo con la misma piedra”, que hasta canción es. Pasando por cada tormenta, quejándome por alguna situación y repitiéndome lo injusta que era la vida.
Cuántas veces toqué fondo, me quebré en mil pedazos, fui acusada injustamente, fui criticada, estuve privada de mi libertad y creí que mi vida no tenía ningún sentido. Cuántas veces vi repetida en mi vida, lo que vi, en la vida de mis padres.
Cuántas veces me he sentido la peor madre de este mundo. Me lo hicieron saber, sin necesidad de palabras, me sentí juzgada, apabullada, inútil. Cuántas veces he deseado ser otra persona a causa de esto.
Cuántas veces he sentido que no tengo corazón, que soy tan dura como una roca y que siento como el viento, aquel que se lleva todo y nada queda. Cuántas veces he querido salir corriendo de donde estoy; y termine haciéndolo, ¿cuántas veces? muchas.
Cuántas veces me he sentido sola, pero estoy rodeada de mucha gente. Cuántas veces me he desilusionado de las personas que menos esperaba. Cuántas veces he sentido una sonrisa falsa brindada.
Hasta que llega un punto en que sigues recibiendo cada golpe de la vida, con su mismo mensaje y continúas sin escuchar, continúas ciegamente, continúas en reclamo constante.
No nos percatamos que todo esto se seguirá repitiendo las veces que sea necesario. Porque la vida, es simplemente la maestra que no queremos seguir, aquella que no queremos aceptar. Aunque rechacemos su enseñanza, ella volverá con mayor fuerza y volverás a pasar por lo mismo, hasta que despiertes, hasta que dejes de quejarte y agradezcas, hasta que valores, hasta que aceptes.
Toca comprender que estás donde tienes que estar, con las personas que necesitas para aprender, que si no tienes grandezas es porque aún no podrías servir a otras personas, que si tienes manías, rabietas ella seguirá lastimándote hasta que aprendas a respirar y continuar.
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