EL PERDÓN TE SANA
“Yo te perdono, pero no olvido” Esto a resonado en mi cabeza por largo tiempo. Pensaba que era bueno hacerlo, el hecho de perdonar, pero sin olvidar. Una forma de continuar en el papel de víctima, para lograr manipulación, chantaje o simplemente no soltar la situación y ocultar mis más profundos sentimientos, así, tan crudo como se lee.
No me daba cuenta que este “tipo” de perdón solo causaba más dolor en mi, abría un agujero más profundo en mi corazón, de una manera lenta y aletargada. Y aunque no lo creas, tarde o temprano todo esto que no olvidas, todo esto que no perdonas, todo esto que juzgas, se manifiesta en forma de malestares físicos, en malas relaciones.
Es mas fácil tener el papel de víctimas, que soportar el real dolor, porque no podemos negar que existe el dolor, pero bien está dicha aquella frase: El dolor es real, el sufrimiento es opcional. Aceptar que nos duele, será parte del proceso, pero jamás te permitas el sufrimiento, aquel es tu gran decisión.
Cuando al fin decidimos perdonar, un gran peso queda fuera de nuestro cuerpo, porque el perdón en realidad es para nuestro yo, y aquel ego que nos deja ciegos, al punto de no ver el error o aprendizaje en nosotros, si no en aquella persona a quien pretendemos otorgarle todo la culpa.
Asumir que el perdón es para nosotros mismos, que todo lo que me ocurre es porque está en mi y no es de afuera. Llegar a conclusiones de esta magnitud no es tarea fácil pero si podemos comenzar a mirar un poco más y más, hacia dentro, en vez de ir hacia afuera, en vez de mirar culpables, en vez de hallar excusas.
En realidad cada situación de nuestra vidas, y absolutamente todo lo que nos sucede esta dentro de nosotros y esta para poder aprender algo que aun nos falta por concretar para continuar con nuestras vidas.
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